sábado, 11 de junio de 2016

EL AMANTE


imagen vía: taringa.net
...Le resultaba imposible continuar con los ojos abiertos. Sin darse cuenta, su cuerpo fue escurriéndose bajo las sábanas. Al sentirse acunada por el confortable calor de las ropas, su mente perdió el apoyo que le proporcionaba el fresco ambiente nocturno y no fue capaz de seguir concentrada en sus pensamientos. Y estos se fueron diluyendo en el vacío, como se fue diluyendo su resistencia. 

Los primeros trazos de la pesadilla comenzaron a dibujarse con extrema delicadeza. Algo parecido a una leve luminiscencia fue adquiriendo intensidad, surgiendo de la pared que separaba el dormitorio del trastero. Era ligero como una gasa, de colores y contornos imprecisos. Después se fue concretando, y tras unos breves segundos se fraguaron unos perfiles bien definidos.

Vio que se trataba de una figura humana de baja estatura y complexión fuerte, que muy despacio se fue materializando hasta adquirir un realismo sobrecogedor, y espantoso, refulgiendo en la oscuridad de la habitación. Los ojos se veían saltones en aquel rostro enjuto, de piel arrugada y pastosa, de un color sucio, desnaturalizado; falto de vida. Los labios, exiguos, permitían ver unos dientes amarillos, dibujando una sonrisa insinuante y maliciosa. Las manos caían pesadas a los lados de un cuerpo flácido y putrefacto. Las piernas, frágiles, se arqueaban de modo grotesco, sosteniendo a aquella criatura demencial.

Sin embargo, en medio de aquel caos orgánico, algo destacaba con intensidad de aquel despojo humano. Altivo, arrogante, rebosante de energía, pleno de vida y poder, con la conciencia propia de quien se sabe el centro de todo cuanto le rodea, se alzaba majestuoso, enhiesto como el mástil de una bandera, el miembro viril del malogrado Román.

Ella lo vio venir en su busca. Leyó la lujuria en sus ojos ominosos. Sin pensarlo, se hizo un ovillo y se tapó la cabeza con las sábanas y… luchó en silencio con aquella reminiscencia, con aquellos deseos soterrados, vagos, que desde hacía días perduraban mucho más allá del temor que sentía ante la llegada de la noche y… de Román. Mucho más allá, venciendo al razonamiento lógico de desterrarlos de su mente y de su alma, esclavizándola, llevándola en volandas a lomos de la pasión más abominable.

Captó el aliento fétido justo a su lado cuando las garras huesudas retiraron la ropa de la cama. Se sintió muy vulnerable, pero no lloró. No esta vez. Algo se había rebelado contra la despiadada necesidad de huir de aquella situación detestable. Esto se le mostraba ahora con claridad, pero intuía que llevaba días existiendo, si es que era verdad lo que pasaba, porque los sueños son caprichosos. A veces nos revelan con un realismo sobrecogedor las más fantásticas situaciones, incluso las proyectan en el tiempo como si fuera algo que procede del pasado, que ya hemos vivido, que forma parte de nuestro entorno cotidiano. Por eso no gritó. Pero ni siquiera supo si lo hizo solo por eso, o por temor a que él le tapara la boca con sus zarpas odiosas, o… porque en el fondo lo deseaba.

            Al límite entre el horror y el alivio permitió que le desabrochara el sujetador y se lo quitara...

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