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imagen vía: paranormalfearguate.worpress,com |
...Se escucharon pasos por el
corredor. A continuación, alguien subió por la escalera, cuyo pie, según habían
podido observar al abandonar la sala de estar, estaba a no más de un metro y
medio del cuarto que ellas ocupaban. Siguieron calladas, convencidas de que los
ancianos se retiraban a su habitación. Poco después oyeron el chirrido de unas
bisagras. La puerta fue cerrada al momento. Cuando todo parecía que iba a
quedar en el silencio más absoluto, comenzaron a oírse unos gemidos apagados
por la distancia. No se podía apreciar si estos sonidos provenían de un animal
o si eran emitidos por una persona. Tenían un tono fiero, pero algunas notas se
empeñaban en hilar palabras que, de momento, resultaban incomprensibles. Y al
fin, por encima de aquel ambiguo parloteo, se elevó una voz clara, que llegó a
los oídos de las chicas con notable nitidez.
—Sabes que tenemos visita, ¿verdad?
Pero debes tranquilizarte. Son dos chicas estupendas, y muy guapas. Tendrías
que conocerlas. Estoy segura de que te iban a gustar.
—Es Juana —murmuró de pronto Gloria,
con un asomo de miedo—. ¿Con quién estará hablando?
—No tengo ni idea. Aunque parece que
con un animal, ¿no? —la voz insegura de Eva dejó entrever que sus pensamientos
podrían ser muy distintos a sus palabras.
Los sonidos guturales, o los gruñidos,
seguían llegando a trasvés de puertas y paredes, como el rumor de un río
subterráneo. Y la voz de Juana, ahora más apagada, continuaba oyéndose en el
mismo tono tranquilizador.
—Es raro que tengan animales en la
planta de arriba —susurró Gloria cuando calló la anciana, con un hilo de voz
que denunciaba su inquietud—, ¿no te parece?
—Es cierto, aunque es justo reconocer
que ellos mismos son muy raros. ¿Cómo si no iban a vivir en la época que corre
como si estuvieran anclados cincuenta años atrás en el tiempo?
—Es probable que les guste esta forma
de vida —aventuró Gloria sin convencerse—. Eso es lo que dicen, ¿no? A
fin de cuentas son ancianos y puede que estén acostumbrados a vivir así.
—U obligados a vivir así.
Gloria meditó durante algunos
segundos.
—También puede ser.
—En realidad, a mí no me disgusta este
modo de vida, pero pienso que hay cosas en la actualidad que pueden ser
compatibles con él, e incluso resultan imprescindibles para que la gente se
sienta integrada en esta sociedad, de la que, por ingrata que nos resulte a
veces, no podemos desvincularnos por completo, y menos aún cuando se trata de
personas tan mayores. ¿Qué me dices, por ejemplo, del teléfono o de la
electricidad?
—Quizás tengas razón. La verdad es que
son un poco raros.
—Pero son encantadores.
—Eso también es verdad —concluyó
Gloria.
La puerta de arriba se oyó de nuevo y
unos pasos suaves descendieron por la escalera.
Cuando Juana se retiró a su
habitación, el silencio volvió a la casa. Un silencio de noche de invierno. Un
silencio de montaña. Un silencio de nieve...
Muy interesante, espero la continuacion,
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